Yunnan, la tierra de la Eterna Primavera al este, el Trópico en el sur y el inicio de las montañas tibetanas al noroeste. Al suroeste de China existe una región de aldeas perdidas, ciudades masificadas, terrazas de arroz imposibles y naturaleza sin explotar.
Kunming, Dali, Shaxi, Lijiang, Shangri-La, Yuangyang o la Garganta del Salto del Tigre son las visitas imprescindibles para cualquiera que se aventure a descubrir esta zona del mundo. Sin embargo, no hay que ser muy avispado para darse cuenta de que la joya de Yunnan está, de nuevo, en las personas.
47 millones de habitantes pueblan las montañas y valles de la región. De las 56 minorías étnicas que viven en China, 25 de ellas están presentes en Yunnan dando lugar a un festival de color por allí por donde pasas.
Es sencillo de entender con vecinos al sur como Vietnam, Laos y Birmania y las altas llanuras tibetanas al oeste y una historia en la que deslumbra una ruta de caravanas que recorría miles de kilómetros en aras del comercio de algo más preciado que el jade o la seda: el té. El pu’er, el azúcar y la sal de Yunnan y Sichuan atravesaban Tíbet y Nepal hasta llegar a India y Birmania en unas caravanas que volvían cargadas de objetos preciosos acompañados de los valiosos caballos de raza tibetana.
Recorrer las calles de Shaxi, una de las principales y casi intactas estaciones de la Ruta de los Caballos y el Té, y hacerlo los viernes, en día de mercado, es trasladarse por un momento a días de caravanas, yaks, bazares, olores, color azafrán…
Yunnan, reino de religiones, es la provincia china donde se practica el mayor número de creencias religiosas. Cristianismo, islamismo y budismo en todas sus ramas conviven con ritos primitivos de adoración a la naturaleza.
Los bai preservan con orgullo el lago Er Hai, los hui lucen con simpatía sus raíces musulmanas en Kunming, los hani cultivan con esmero increíbles terrazas de arroz en Yuanyang, los yi recolectan el valioso pu’er en Yiwu, mientras que las matriarcas naxi aún conservan su autoridad en Lijiang y presumen de unos jeroglíficos de hace mil años de antigüedad aún vivos.
Dicen que si tuvieses que elegir un único lugar al que ir en China deberías hacerlo hacia Yunnan. Así que abre bien los ojos. Disfruta de las diferencias, busca las similitudes.
Intenta comprender lo que no se puede pero, sobre todo, sé feliz.
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