Sí, Kuala Lumpur me duele. No es una noticia nueva, hay unas cuantas ciudades que ya lo hacen y en Asia le tocó a ella.
Así que, aviso, este artículo no va a ser un conjunto de consejos de viaje y fotos bonitas para la primera vez que la pises, sino solo una mezcla de sensaciones que aún intento digerir y comprender.
Kuala no me dolió desde el principio pero me sorprendió ansiosa, ansiosa por empezar a ser dos en lugar de uno. Nerviosa por saber cómo sería eso de eso de compartir un territorio desconocido.
¡Plaf! Ella parecía tan bonita, tan multicultural, tan moderna y exótica… Me quiso sorprender por el estómago, íbamos de la mano, nos abrazábamos, aprendíamos cientos de cosas, la mezcla parecía simplemente perfecta y la mochila se me iba llenando de amor.
Pero no fue fácil. Ser dos cuando se llevan muchos meses siendo una es, en ocasiones, un tanto complicado. En otras, es un verdadero e inesperado placer. En cualquiera de los casos, una llega con las defensas por las nubes, con una sensación de heroína súper resistente que se acaba desmontando por momentos y que deja como drogada cuando la otra mochila se va.
Un día, de pronto, Kuala se tornó, de nuevo, una desconocida, una ciudad sin alma. La empecé a ver vacía, irreal, repleta de miradas celosas y desagregada bajo esa delgada línea de pacífica mezcla racial. El asfalto, el ruido y el consumismo exacerbado me nublaron los días y el juicio hasta acabar huyendo hacia esas islas que me regalaron tanto.
El tiempo pasó y hace unas semanas volví a verla en un estado de ánimo diferente, con una ración de desamor encima y otra de mariposas en el estómago. Tenía ganas de reencontrarme con ella, de verla distinta, de una forma más madura, pero recorrí de nuevo Chinatown, Little India y Bukit Bintang como si tuviese una nube siempre encima de mi cabeza.
Pasé mucho calor, me robaron la cartera y me di cuenta de que no hay manera, de que Kuala Lumpur, por mucho color que tenga, me dolerá sea como sea. Pero, al mismo tiempo, me hará sentir viva y me sacará una sonrisa por el pasado y por un presente feliz contigo o sin ti.
Hoy brindo por muchas Kualas, por muchos lugares que hagan crecer mis recuerdos, por muchas personas que se crucen en mi camino, por esa mochila y por la de alguien aún más llena de amor, por una vida de viaje en la que no recuerde Torres Petronas ni templos hindús, sino pasajes que me hagan sentir que esto es real.
Este artículo me pareció realmente bueno. A veces es necesario que la gente se de cuenta de una realidad oculta, porque al final eso tambien es parte de la experiencia de viajar….sigue así buen trabajo!
¡Gracias, Juliet! Me alegro de que te haya gustado 🙂
Un abrazo viajero
Me gusta.
PD. El vestido también me gusta 🙂
Y a mí me gusta que te guste, ya sabes 🙂
PD. El vestido era una falda prestada para entrar en el templo, las indecentes en pantalones cortos no pueden hacerlo…
Uy Claudia!! Ahora me dejas muy iintrigada con ver como me duele a mi… Qué ganas de que llegue ese día!! 🙂
A ti te dolerá menos que a mí, ya verás 😛
Yo vuelvo esta noche a dormir en el aeropuerto, ¡ahora lo que me va a doler es la espalda!
Por cierto, ¿cuándo vienes?
Muaaaaaa
Claudia voy a pasar unos 3 días por KL. Ya se sobre manejar las expectativas ahora que lei tu post! Besos guapa
Hola Rebeca,
Seguro que te parece una ciudad muy interesante, ya verás. La comida es especialmente buena. A mí las ciudades asiáticas en general no me gustan demasiado y Kuala Lumpur no me pareció tan impresionante como la esperaba pero para 3 días está genial.
¡Buen viaje!