Estaba yo teniendo un día de esos que se pueden calificar de bohemios, sintiéndome todo lo profunda que una puede sentirse cual bloguera-viajera-alma-errante cuando me llegó, ahí estaba, la nominación que creí que nunca llegaría. Porque es que llevaba viendo la cadenita en cuestión pero creía que nunca llegaría hasta mis propias Antípodas.

No es por ser pelota, pero si llegan a ser otros no sé qué hubiera sido de este bucle infinito. Y es que sí, la pareja más entrañable de la esfera bloguera, a los que me dieron ganas de achuchar desde el día que los conocí, Algo que recordar, me caen tan bien como para que me haya parado a pensar en mis momentos más penosos cuando estoy de viaje. Además, ¡qué recórcholis!, me va que ni pintado para darme una palmadita a mí misma en la espalda y celebrar los cinco meses de viaje que llevo encima.

No creáis que ha sido difícil, cinco meses en ruta y, la mayor parte del tiempo, en solitario dan para darse cuenta donde una cojea y a no creerse la Lara Croft que alguien puede creerse que los mochileros (outsiders, como más de uno dice) somos.

Así que, como yo también soy muy simpática voy a hacer nominaciones a gente viajera maja que seguro que recibirán con mucho cariño este encargo: Jesús de Vero4travel e Iris de Iris en ruta.

Sin más prolegómenos, aquí van las 9 cosas por las que soy un desastre viajando:

1. No sé no ponerme nerviosa cuando los zombies acechan el transporte en el que estoy montada

Bajarse de un bus o salir de una estación de trenes, los zombies vienen corriendo (sí, porque estos corren) en busca del mayor bocado a tu cartera y yo es una cosa que no puedo soportar. Cuento hasta 10 e intento caminar a lo The Walking Dead entre ellos pero siento que la sangre sube a mi cabeza con un único objetivo: explotar.

2. No puedo no dar la brasa a todos mis contactos de Facebook, Twitter, Instagram y, hasta si me pongo, Whatsapp con fotos de atardeceres

No digáis que no son bonitos y que no quedan bien en Instagram…

Y... ¡otro atardecer! Decidme que este en Laos no era para postearlo en cada red social habida y por haber

Y… ¡otro atardecer! Decidme que este en Laos no era para postearlo en cada red social habida y por haber

3. No intentar ser la que lleva las riendas

Vamos, que soy una mandona en toda regla. Felices ellos y feliz yo cuando viajo sola pero cuando voy en grupo… sutilmente intento que se haga lo que yo diga. No es que tenga la razón pero me gusta llevar el control del mapa y decidir a dónde se va. Eso sí, sin imponer directamente nada, todo de una forma muy suavecita…

¿Alguien se había dado cuenta? ¿Verdad que no?

Mira que te estoy diciendo sutilmente que me hagas caso...

Mira que te estoy diciendo sutilmente que me hagas caso…

4. Dejar de entrar en la típica droguería-tienda de cosméticos (y si me apuras, supermercado) de cada país 

Flipo con todas estas tonterías aunque luego solamente acabe comprando un triste champú y una pasta de dientes porque no puedo cargar con más cosas. Me gusta hacer un estudio del mercado, comparar precios de todo potingue y medicina que vea.

5. No ser una intensa 

El que me lleve leyendo un tiempo lo sabe, soy una intensa. Pero es que, yo que sé, me sale la vena literaria cuando me acuerdo de lo que he visto estando de viaje y lo escribo en la libreta. Hasta alguna lagrimita he echado en algunos momentos de viaje… Soñar un rato largo con algo y luego verlo en persona seguro que le provoca lo mismo a más de uno.

Cara de mira lo intensa que soy mientras miro al horizonte y pienso en las maravillosas estatuas de Buda que contemplo...

Cara de mira lo intensa que soy mientras miro al horizonte y pienso en las maravillosas estatuas de Buda que contemplo…

6. No ser una paranoica cuando me monto en un autobús pensando en que me han timado

Que el bus no va al sitio que me han dicho, que me van a dejar en el quinto infierno, que no va a tardar las horas que me han dicho, que podría haber sido más barato… Sí, no merece la pena ni pensarlo pero así soy.

7. Evitar fotografiar cada cosa que como

Si comes conmigo, es lo que hay. Me da igual que se me ponga la comida fría, que no me esperes pero tengo que hacerlo y, encima, lo hago poniendo empeño y dedicación. Hamburguesas, noodles, tazas de té, todo queda para el recuerdo de mi paladar y de mi vista.

Foto número 4971419381948 de comida en Malasia

Foto número 4971419381948 de comida en Malasia

8. Dormir plácidamente la noche antes de coger un avión o un tren

Es que es superior a mí, no puedo quedarme tranquila pensando en que no me voy a despertar. Que sí, que no te ha pasado en la vida que hayas puesto la alarma (correctamente, que ese es otro punto) y que no haya sonado, hasta cuando ni has querido que suene, pero necesito poner al menos tres recordatorios para conciliar el sueño.

Aún así, una de mis peores pesadillas es mirar el despertador y ver que no llego ni de broma a la estación/aeropuerto.

9. Contar el número de países en los que he puesto un pie (y comprar una banderita)

Sé que es una suprema g%&$@!()=z pero no puedo evitarlo y, encima, cuento países tan pequeños (que no menos importantes) como Andorra o Macao, como una ansiosa… ¿Importa? Realmente no pero ¿y lo preciosos que quedan los parches en la mochila?

Venga, con orgullo penoso, ¡a día de hoy voy por 50!

No me digáis que los parches en la mochila no quedan chachi-piruli

No me digáis que los parches en la mochila no quedan chachi-piruli

Y con esto y un bizcocho (a mi las tortillas no me salen tan bien como a Lucy), aquí queda un pedacito penoso para que el quiera viajar conmigo no se atreva a hacerlo…

¿Cuáles son tus secretos? ¿Qué es aquello en lo que eres de lo peorcito estando de viaje?

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