Parece que fue ayer cuando aterricé en Lima con una nueva mochila cargada de ilusiones. En Madrid hacía frío pero al llegar recibí una pequeña ración de humedad que me recordó a aquellos primeros pasos de bebé con un billete de solo ida. La capital de Perú fue un fugaz encuentro con el Pacífico, un nuevo mar y, sobre todo, una nueva forma de viajar justo al otro lado de donde dejé mi corazón.

Tras el remolino que ha sido Perú, hoy estoy de nuevo frente a él en una oficina improvisada en Máncora, casi en Ecuador. Yo tecleo, el sol se pone, los pelícanos se pasean frente a mí y las gaviotas pescan con una pericia envidiable. Otro día será el momento de recapitular este mes y medio pero esta tarde me ha venido a la cabeza cómo fueron aquellos primeros días en Perú, en los que recorrimos aún con paso tambaleante Lima y Paracas.

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Cuando por fin uno recorre el primer pedacito de la Panamericana siente un cosquilleo. Esta carretera es tan larga como especial, es la verdadera cremallera de Sudamérica y desde ahora en adelante nos acompañará en gran parte de nuestro viaje. El tramo que va hacia Paracas se transforma rápido en un completo desierto en cuanto el autobús logra salir de la colosal Lima. Cuando puse Perú en mi punto de mira, nunca imaginé un paisaje tan árido de casas sin terminar en las que los andamios esperan a futuras plantas superiores que no se sabe si terminarán por hacerse realidad en algún momento.

En tan solo cuatro horas nos bajamos en una pequeña estación. Estamos en El Chaco, también conocido como Paracas. El Chaco no tiene mucho que resaltar, aunque se intuye un ambiente playero agradable que mejora conforme pasa el día, el sol empieza a caer y las terrazas del nuevo paseo marítimo se empiezan a animar al ritmo de los happy hour de pisco sour. Por cierto, estamos a tan solo un paso de cientos de bodegas en las que se destila el alma del cóctel que nos ha acompañado durante nuestro paso por Perú.

Este pequeño pueblo costero es la puerta de entrada de la Reserva nacional de Paracas, una península en tonos rojos y cobres que se adentra en el mar, y las Islas Ballestas, el que ahora sé que es un verdadero paraíso para los que somos amantes de la naturaleza en todo su esplendor.

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Aún me parece ridículo que aquella mañana, tras pagar escasamente diez euros al cambio, me encontrara con unas imágenes tan espectaculares que me hicieron presagiar lo mejor de este nuevo comienzo en Sudamérica.

Tras zarpar de Paracas nos encontramos con la primera de las líneas de Nazca situada en una pared de la península. El Candelabro de Paracas es un precioso geoglifo que luce casi igual que cuando supuestamente fue creado hace más de 2000 años. La única manera de verlo es desde el mar. Desde la barca fui capaz de observar esos surcos en la arena que pueden llegar a alcanzar los 50 centímetros de profundidad y que permanecen casi invariables gracias al papel de la sal marina, cocida bajo el sol.

Aunque no queda claro el origen y el significado de la figura, parece que puede ser una señal de protección para navegantes, asociada a la constelación de la Cruz del Sur. Otros hablan, aunque cueste creerlo, de seres de otro planeta que podrían haberla hecho para que se viese desde el cielo.

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Tras media hora de navegación llegamos a unos islotes cubiertos de guano, los excrementos de las aves que habitan Ballestas y que han sido una importante fuente económica para los peruanos (y los españoles en tiempos de Conquista) durante siglos. Gracias a sus potentes nutrientes son un abono agrícola ideal y las islas aún se siguen explotando bajo la mirada de los guardacostas, que intentan luchar contra la recogida ilegal y preservar la fauna de la zona, cada día más mermada por el cambio climático. La corriente de Humboldt es la gran culpable de la abundancia de aves marinas y guaneras pero la temperatura ha cambiado en los últimos años, haciendo que los bancos de peces también cambien su trayectoria y que el desastre ya se vaya notando.

En esta época vemos pelícanos, grandes colonias de alcatraces de cabeza blanca, cormoranes y unos precisos gaviotines zarcillos, que bien parecen maquillados al estilo egipcio. Los pingüinos de Humboldt están en periodo de nidificación y se intuye alguno escondido en los pequeños huecos de la roca.

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De pronto, la barca da un giro y nos da igual que no seamos los únicos que andan por estos mares, allí están ellos, los leones marinos. Y no hay uno, resulta que hemos venido el tiempo de cría y un montón de pequeños lobitos (como les dicen los peruanos) están aprendiendo cómo adaptarse a su recién inaugurada vida.

El sonido es ensordecedor. Los más grandes casi rugen y los pequeños llaman a sus mamás. Incluso podemos ver cómo las madres enseñan a sus crías a nadar en pleno Pacífico delante de nuestra embarcación.

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Tras rodear varios islotes e intentar guardar en la retina para siempre este momento, el trayecto termina en La Lobería. En esta zona es donde podemos ver la mayor concentración de leones marinos recién nacidos. Aunque el oleaje pegue fuerte, aquí descansan tranquilas esperemos que por mucho tiempo más.

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Datos útiles

Cómo ir de Lima a Paracas

Ya te pongo en sobreaviso que en Perú vas a encontrar un increíble servicio por parte de la gran mayoría de compañías de autobuses, mucho mejor que el que se ofrece en España. En muchos de los trayectos que hagas vas a poder disfrutar de asientos cómodos, películas y un servicio a bordo que en la mayoría de los casos incluye cátering. Por otro lado, suelen ser bastante seguras, ya que se suele comprobar la identidad del pasajero, si porta armas e incluso se graba por seguridad la entrada al vehículo en muchas ocasiones.

Algunas de las mejores compañías de autobuses de Perú son Cruz del Sur, Otulrsa o Civa. En el caso de la primera, si compras los billetes online y con antelación, hay descuentos bastante sustanciosos de hasta el 50%. Considera que en muchas ciudades no existe una terminal de autobuses central y que tienes que dirigirte a la terminal exclusiva de la empresa de tu elección.

Son múltiples las empresas de buses que van de Lima a Paracas. Nosotros en este caso utilizamos Cruz del Sur, que tomamos desde la terminal de Javier Prado y que nos dejó a escasos 5 minutos caminando de la zona de hoteles de Paracas/El Chaco. El recorrido dura unas tres horas y media.

Dónde dormir en Paracas

Existe gran variedad de hoteles en Paracas y, como pueblo pequeñito, basta con darse un paseo por la zona explorando el que más se ajuste a tu presupuesto. Nosotros en este caso nos quedamos en el Hotel Gran Palma, un estupendo hotel en Paracas que nos sirvió para adaptarnos al clima del desierto peruano. La habitación que tuvimos era amplia, con una decoración muy acogedora y a un paso del mar. Los abundantes desayunos, con los que nos dimos cuenta de lo buenísimos que están los jugos en Perú, se sirven en su terraza con vistas a la playa.

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Qué hacer en Paracas

  • El tour por Islas Ballestas: es muy fácil si te diriges antes de las 8 de la mañana hacia la zona del muelle desde donde salen las embarcaciones. Por 35-40 soles (incluyendo todas las tasas) puedes disfrutar de un par de horas de naturaleza en estado puro.
  • El tour por el Parque Nacional de Paracas: incluye paradas por los paisajes de esta zona como los de la Playa de La Mina.
  • Sobrevuelo por las Líneas de Nazca: aunque es más común hacerlo en Nazca, nosotros nos decidimos por hacerlo desde Pisco (a escasamente 20 minutos de Paracas), ya que así podíamos abarcar aún más terreno (el vuelo es también más largo y puede llegar a durar 1 hora y 40 minutos). Hicimos el trayecto Pisco Nazca Total con la empresa Aerodiana, una de las compañías de vuelos sobre Nazca más fiables. Las aeronaves son nueves y están en perfectas condiciones. Llevan a 12 pasajeros y cada uno de ellos tiene una ventana para que pueda ver perfectamente durante todo el trayecto. Un 10 en servicio. Recuerda que en el aeropuerto se paga una tasa de aproximadamente $10.
  • Playear: la de El Chaco (la de la propia ciudad) y la de La Mina son las playas más populares de Paracas.
  • Ver el atardecer con un pisco sour en la mano: el pisco se inventó a escasos kilómetros de aquí así que “no te queda más remedio” que disfrutar de este cóctel famoso en el mundo entero en su cuna. En el nuevo paseo marítimo de Paracas tienes un buen puñado de sitios en los que disfrutar de él en la famosa happy hour.

Cómo ir de Paracas a Ica o Huacachina

Muchas de las compañías de buses tienen oficinas en Paracas, así que es muy sencillo ir de Paracas a Ica. El trayecto dura tan solo 90 minutos. Nosotros encontramos una oferta con Cruz del Sur por la cual nos costó el billete tan solo 8 soles.

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