Nunca he hecho un crucero, ni había pasado más de un día seguido en un barco hasta aquellos días en Indonesia que ya parecen tan lejanos.

Como todo en este viaje, no estaba planeado, solo la indicación de una simpática pareja de brasileños que conocí en Malasia bastó. Sus palabras fueron como cantos de sirena: días navegando entre islas perdidas, promesas de mantas gigantes, dragones de unos cuantos metros campando a sus anchas. Todo estaba dicho.

Panorámica Komodo

El barco salió una mañana radiante después unos días entre tortugas en Gili Trawangan. María y yo esperábamos en el puerto de Bangsal donde una treintena de mochileros se estarían haciendo las mismas preguntas que nosotras. No nos conocíamos de nada pero ahora íbamos a compartir mucho tiempo juntos en un espacio bastante reducido.

Las comodidades no eran muchas. A excepción de los cuatro camarotes privados, la mayoría dormíamos en una cubierta tapada con plástico en la que algo más de 25 colchonetas reposaban en el suelo unas junto a otras. Un par de baños sin ducha y una zona común en la que nos apretujábamos para comer y echar el rato era todo lo que teníamos pero, a decir verdad, a ninguno parecía molestarnos.

Barco Lombok Flores

Camas barco Lombok Flores

Salón barco Lombok Flores

En aquel saloncito fue donde empecé a conocer a un canadiense soñador armado de una guitarra, una pareja tierna de holandeses y aquel grupo de españoles improvisado con el que acabé pasando casi 15 días. Con Alberto, Lena y Carolina acabé recorriendo las maltrechas carreteras de Flores en busca de un volcán de tres lagos, volví al sur de Lombok y subimos el impresionante volcán Kawah Ijen.

Todavía no me explico cómo los días pasaron tan rápido y cómo lográbamos conciliar el sueño tan fácilmente en aquella loneta. Normalmente nos despertaba la luz o el ruido del motor, los pancakes o las tostadas ya estaban listos sin apenas habernos quitado las legañas y al poco ya estábamos saltando al agua hacia una orgía de color. Desde Lombok hasta Flores, en el norte de Sumbawa, me encontré con unos fondos casi vírgenes llenos de bichitos curiosos y tortugas.

Esnórquel Flores

Al aproximarnos hacia el Parque de Komodo el paisaje se fue haciendo más seco. En aquel noviembre las islas de Komodo eran áridas, de un color arenoso salpicado por el verde de algunos árboles y matorrales poco abundantes. Sin embargo, cuando la tierra tocaba el mar, comienzaba a aparecer ese color vivo de las aguas turquesas de Flores y todavía soy capaz de recordar ese paisaje como si no hubieran pasado 7 meses desde que escribo estas líneas.

El tercer día de travesía en aquel barco fue uno de los mejores de los que he pasado en Indonesia. Al levantarnos, saltamos hacia el agua e intentamos luchar contra la corriente. Desesperada, nadaba siguiendo a aquellas inmensas mantas gigantes en libertad. Aquella mañana vimos 12 majestuosas alimentándose del plancton. Unos días después volví a bucear con ellas, me sentí tan pequeña tras aquellos seres de hasta casi 6 metros que me salió un pasteloso post de que no me arrepiento ni una mijita.

Mantas Komodo

Aún no eran ni las ocho de la mañana y para mí ya el día había sido suficiente; sin embargo, la visita a las islas de Komodo y Rinca era uno de los objetivos de este viaje. El dragón de Komodo es el lagarto más grande del mundo, llega a alcanzar lo 3 metros de longitud y los 70 kilos de peso y campa a sus anchas por aquellas islas de Indonesia. A mí miedo me daban poco porque más bien se pasaban el día a la sombra reposando pero el primer encuentro con ellos verdaderamente impresiona.

Dragon de Komodo Parque Nacional de Komodo

Y así fue cómo se me pasaron aquellos días, de una manera fulminante, llenos de descubrimientos y risas. Nada más y nada menos que todo lo que precisamente venía buscando.

Barco Komodo Flores

Datos útiles

Elegí la compañía Wanua Adventure porque me la recomendaron una pareja de brasileños que encontré en Malasia. Me puse en contacto con ellos a través correo electrónico (info@wanuaadventure.com) pero finalmente lo acabé contratando en una agencia directamente en Gili Trawangan porque de esta manera me incluía en el precio el transporte hasta el puerto de Bangsal, desde donde sale el barco.

Regateando, conseguí un precio de 1.750.000 rupias indonesias con todo incluido. La comida no está nada mal aunque puede llegar a ser algo repetitiva, así que interesa llevar algunas cosas para picar y que las esperas no sean tan largas. Este es el precio para dormir en la parte de arriba junto a más gente. Te dan una especie de esterilla y tú te apañas. Si quieres un camarote es bastante más caro.

En Labuan Bajo estuve buceando con Komodo Dive Center, un centro de buceo que me pareció bastante profesional y con uno de los mejores barcos que vi en la zona para pasar el día. El almuerzo también fue bastante aceptable y los precios son equivalentes a los del resto de tiendas de la ciudad. Pagué 1.300.000 rupias por 3 buceos con todo incluido.

El buceo en Komodo es absolutamente impresionante. Sin duda, uno de los mejores que he hecho en mi vida, así que no dejes de dedicar parte de tu presupuesto a él.

¿Dónde dormir en Labuan Bajo, Flores?

Yo me hospedé en Komodo Lodge, que tiene unos bungalós muy apañados con vistas al mar. La verdad es que la oferta en Labuan es bastante deprimente y, tras varias malas experiencias, decidimos pagar un poco más.

Aquí tienes más ofertas de hoteles a buen precio en Labuan Bajo.

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