Cuando te enamoras, cuando perdura la magia, todo se ve de color de rosa. Mi relación con Filipinas comenzó como un flechazo a primera vista, cuando salí de Manila por primera vez y me senté a contemplar aquel exuberante paisaje en la península de Bataan sobre una tabla de surf la cabeza me hizo clic. No deseaba estar en otro lugar, sabía que mi cuerpo pertenecía allí.

El año continuó. Conocí muchos lugares, muchas veces corriendo. Fui turista por Bohol, Siquijor, Camiguín… El Nido y las terrazas de arroz de Batad me cortociruitaron y la pasión se encendió aún más. Viví Makati, soñé con palabras en tagalog, me aficioné al pan de sal, al pecho y al leche flan.

Pecho en Manila

Pero un día me tuve que ir. Y lo nuestro fue un coitus interruptus, nunca pude despedirme de ella. Nuestros sentimientos seguían siendo los mismos, la pasión estaba en su punto álgido pero ninguno tuvo la culpa, no pudo ser en ese momento y, tristemente, se acabó.

Volver a encontrarse con un amor pasado después de cinco años siempre es raro. ¿Habrá cambiado? ¿Estará más guapo? ¿Cómo nos saludaremos? ¿Volverá la magia?

Niños Filipinas

De nuevo, aterricé en Manila sin pensarlo mucho, parece que cuando algo requiere de darle muchas vueltas simplemente no se las doy. Un día decidí bucear, pensé que me daría miedo y cuando me tiré al mar por primera vez ni siquiera pensé en el pavor que me daba. Lo hice, respiré, comencé a alucinar y cuando salí del agua apareció una suerte de resaca adrenalínica.

Banco de sardinas de Moalboal

De pronto me encontré caminando por las mismas calles en la que surgió nuestro amor, yendo a ese restaurante cutre, contemplando el edificio en el que pasé tantas horas y entrando en las mismas tiendas de conveniencia que me salvaban la vida. Nada había cambiado, ella seguía igual, ¿y yo? ¿La querría de la misma manera? ¿Podría quererla aún más o, tras tantas experiencias en este tiempo, seríamos dos extraños?

Salí con la mochila llena de pavor. Ahora nos querríamos de forma diferente, en solitario, despacito, de una forma más madura y no como dos adolescentes. Ahora os ibais a conocer bien: desde ese momento ibas a experimentar aquellos fondos marinos con los que ella te seducía; verías los arrozales desde buses sin aire acondicionado donde te regalarían miles de sonrisas; te hincharías a comer en las carinderias de las que ella te hablaba y que tú no probabas; los niños más bonitos del mundo gritarían tu nombre al verte entrar en las aguas más turquesas.

Playas Filipinas

Ya se ha cumplido un mes desde el inicio de nuestro nuevo amor. Este blog se convierte, por derecho (y porque me da la gana), en una continua carta de amor a ti, a mi país más querido, Filipinas.

Playas Filipinas

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