¿Será la vuelta a Penang? ¿será que se acerca la Navidad? No sé lo que será pero estoy tontorrona perdida.

Indonesia me ha tocado la fibra, me la ha tocado en mil y una maneras. Me agarró en el que seguramente fuese el estado moral más débil que he tenido hasta la fecha desde que salí de casa y me escupió diferente e igual al mismo tiempo.

Rostros de Indonesia 1

Me dio sol a raudales, me volvió Beyoncé y me proporcionó posiblemente las mechas californianas naturales más rubias que haya tenido en mi vida. Repartió sal por mi cuerpo durante cuatro días en la cubierta de un barco que por las noches creaba agua fosforescente. Me hizo llorar dos veces. Después de cinco meses su naturaleza por fin me hizo sacar la llorona que en mí hay.

Rostros de Indonesia 2

Y ahí en las aguas de Komodo, a quince metros bajo la superficie, la máscara de buceo se me empañó de un agua salada diferente a la del mar. Indonesia me regaló mantas gigantes de cuatro metros ante mis ojos en un océano que, para mi sorpresa continua, nunca acaba. Magia, elegancia, danza, emoción, sin aliento sentada en la arena.

Rostros de Indonesia 3

Sobrecogida vi hacerse de día en el volcán. Superada por la belleza como hacía mucho tiempo que no lo estaba, asombrada por una naturaleza imposible. Emocionada y contrariada por la maldad del ser humano, por el ansia de un beneficio empresarial sin límites reflejada en las caras de los mineros que cargan azufre cada día.

Rostros de Indonesia 4

Indonesia me extasió en sus warungs, en sus hoteles cutres, en sus coches al ritmo de Hello Mister! por las carreteras de Flores y me devolvió la sonrisa. Me hizo feliz, me hizo sentir libre, me devolvió la pasión del viaje.

Rostros de Indonesia 5

Hizo que mi penosa soledad se tornase en feliz soledad, en que entendiese que nunca dejaré de echar de menos pero que no tengo que sentirme triste por ello, que puedo sentirme sola y que no sea malo, que puedo sentirme sola rodeada de gente y que puedo sentirme en casa con un grupo de nuevos amigos que no creía que encontraría. Que me gusta viajar sola, que me gusta hacerlo acompañada, que tengo el corazón grande y lleno de amor.

Rostros de Indonesia 6

Me demostró que no tengo que probar nada a nadie, ni a mí misma, que, al fin y al cabo, la vida está para disfrutarla y que no hay que ser hippie para poder gritarlo a los cuatro vientos.

Rostros de Indonesia 7

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