Los días de bicicleta en las ciudades antiguas de Anuradhapura y Polonnaruwa, la escalada a Sigiriya y al Little Adam’s Peak, los trayectos de tren tan preciosos que duelen a la vista por las Tierras Altas y la fiesta en Kataragama acabaron desembocando en una necesidad imperiosa de sentarme a contemplar el mar que rodea a la isla de Sri Lanka de una vez por todas.

El fugaz paso por Passekudah y Kalkudah apenas había aliviado mis ganas de reposar las piernas en la arena, así que, tras el espectáculo del Esala Perahera, puse rumbo hacia el sur de Sri Lanka.

Con mis nuevas compañeras inglesas, Rea y Georgia (con un acento tan marcado que a veces me costaba entenderlas), dejé caer la mochila en una casita en la playa en Tangalle. Esta aletargada ciudad costera está compuesta por un par de calles que dan la espalda a un mar a veces tan bravo que puede quitar las ganas de bañarse a más de uno.

Las playas de Tangalle, en el sur de Sri Lanka

Las playas de Tangalle, en el sur de Sri Lanka

Libro y libreta, curry por un lado y una Lion por otro, los días pasan de nuevo volando junto al gran azul. Aún así, poco hacía presagiar que esa noche de luna llena la naturaleza tuviese otra sorpresa para mí.

Había descartado acercarme a Rekawa para presenciar otro acto descorazonador de la vida. Ir sola hasta el centro de conservación de las tortugas salía caro pero con mis compañeras el tuk tuk todo era mucho más sencillo (y económico). A las 11 de la noche, tras el chivatazo de los vigilantes, nos condujeron hacia la playa con la única luz de una luna llena que ese día brillaba con fuerza. Ahí estaba ella, hermosa, enorme, cansada, había caminado hacia las pequeñas dunas de la playa desde el mar para comenzar un proceso que lleva horas y que no siempre culmina con éxito.

Tangalle playa

Días perezosos en Tangalle

En temporada de desove, las tortugas pueden acercarse a la playa a repetir el proceso hasta cinco veces. Cavan un agujero de hasta un metro de profundidad en el que depositan unos 100 o 150 huevos, de los que realmente uno saldrá hacia delante en sus primeros meses de vida. Sin embargo, muchas veces las condiciones para completar el nido no son las adecuadas y, como pasó en este caso, la arena estaba demasiado mojada para que no acabase colapsado. Tras cuatro o cinco intentos, las tortugas no tienen más remedio que desovar en el mar y volver a intentarlo unos días después.

Un nuevo avistamiento. La segunda tampoco consiguió su objetivo y los pocos que allí quedábamos nos limitamos a verla alejarse lentamente. Qué desolación y qué hermosura al mismo tiempo.

El autobús literalmente me lanzó al borde de Unawatuna. A unos pasos al sur de la carretera se alza la Benidorm de Sri Lanka: una enorme franja de arena rubia salpicada por bares, restaurantes y hoteles, protegida por un templo budista al fondo. El agua celeste está calmada gracias a la bahía y yo, personalmente, me vi incapaz de salir de allí más que para acercarme a la guapa Galle una mañana.

La playa de Unawatuna, Sri Lanka

La playa de Unawatuna, Sri Lanka

Las infraestructuras de Unawatuna me daban a entender que en temporada alta los días al lado del mar acababan en noches largas pero mi persecución del monzón por Asia hizo que para mí este supuesto enclave mochilero únicamente me hiciera escribir mientras esperaba la cena y la final del Mundial con los pies en la arena. Bares vacíos, hoteles a mitad del precio de lo que la guía decía, a veces merece la pena soportar los periodos de nubes que la temporada de lluvias regala.

Galle está a apenas unos 20 minutos en bus de Unawatuna. Una de las ciudades más importantes del sur de Sri Lanka, fue uno de los puertos más relevantes del país durante los siglos XIV y XVIII y todavía puede recordarse algo de su historia paseando por las calles de su zona antigua.

La antigua fortaleza holandesa está llena de encanto, de casas bajas de colores, de rincones de otra época y repleta de hoteles boutiques, cafeterías y restaurantes de un nivel que raramente existe en otras partes de Sri Lanka.

Detalles de Galle

Detalles de Galle

Contemplé la imagen de ese faro de otra época envuelto en palmeras luchando ante la deshidratación con la ayuda de un king coconut. Me dejé abanicar por la brisa del Índico sobre los muros del fuerte.

El precioso faro de Galle

El precioso faro de Galle

Lujo e historia combinados con escenas de la vida diaria de Ceylán porque este país nunca dejará de ser quien es en mucho tiempo. Sri Lanka tiene para mí una personalidad arrolladora, por mucho que su vecina la gran India siga sin dejar indiferente a nadie, lo bien y acogida que me sentí en la isla quedará siempre en mi recuerdo.

La vida sigue en el sur de Sri Lanka

La vida sigue en el sur de Sri Lanka

Y no, como vine, no me fui. Me marché hacia ese archipiélago turquesa llena de recuerdos, con la sensación de haber recorrido en una isla varios países, con la felicidad de haberlo hecho sola y nunca haber sentido soledad.

Así que, no te lo pienses dos veces: Sri Lanka merece la pena.

Datos útiles

El trayecto desde Tissa hacia Tangalle puede hacerse fácilmente parando uno de los buses en la carretera que vayan en dirección a Galle o Colombo. Cuesta unas 100 rupias y el trayecto dura unas tres horas.

Para dormir en Tangalle elegimos un sitio llamado Frangipani. Limpio y bastante bien cuidado en primera línea de playa. La habitación triple fueron 3.000 rupias, tras negociación. Cuenta con wifi.

Un tuk tuk para tres personas hasta Rekawa, donde se encuentra la playa protegida para las tortugas, cuesta aproximadamente 1.500 rupias ida y vuelta. La entrada a la playa son 1.000 rupias que se suelen pagar si se producen avistamientos y sirven para que el proyecto siga adelante. Totalmente recomendable.

Desde Tangalle a Unawatuna hay un par de horas en bus bordeando la costa. Vale la pena mirar hacia el mar para ver a los espectaculares pescadores zancudos. El bus me costó 200 rupias y me dejó justo donde empiezan los hoteles.

En Unawatuna tuve una habitación doble para mí sola en Chili Café por 1.000 rupias tras regatear duro. Limpia, buen baño, wifi y en primera línea de playa.

Fui hasta Galle desde Unawatuna en bus (unos 20 minutos) por 20 rupias. El autobús deja muy cerca de la zona antigua de la cuidad y son frecuentes desde la carretera principal. Para volver basta con preguntar en la estación de buses para que te dejen en Unawatuna.

Para volver a Colombo, tomé un tuk tuk de madrugada hasta Galle por 500 rupias y cogí el tren hasta la estación de Fort (180 rupias en segunda clase). Son aproximadamente cuatro horas.

Para llegar al aeropuerto desde la estación de trenes basta andar unos 10 minutos hasta la estación de buses y tomar el primer bus por 120 rupias. El viaje dura una hora y los autobuses cuentan con aire acondicionado.

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